Hasta el momento, se han presentado de toda Galicia un centenar de reclamaciones para identificar a los desaparecidos tras la contienda civil, una cifra pequeña si se compara con las 1.700 registradas en toda España.
La Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica cree que se debe al miedo que existe en la población frente a los recuerdos de la guerra. Actualmente se están estudiando varias fosas comunes en todo el territorio, para realizar campos de trabajo durante la primavera y el verano del próximo año entre los que por primera vez se incluye Galicia. Falta, todavía, conseguir el apoyo de los concellos para conseguir al menos alojamiento y manutención para los voluntarios. El hallazgo de los enterramientos juega con la memoria de los mayores. Son ellos los poseedores de los documentos orales más valiosos. El último descubrimiento le llegó al presidente de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica, Emilio Silva, de los recuerdos de su propia madre, quien, el pasado jueves, constató la existencia de una fosa en O Cereixal, en el Concello de Becerreá, con alrededor de 21 personas fusiladas.
La intención de la asociación es extender las investigaciones a la comunidad y que se creen en Galicia entidades como las que ya existen o van a crearse en Castilla y León, Sevilla, Cádiz, Cataluña y Asturias.
Las fosas se reparten por toda Galicia, a pesar de que son menos numerosas que en otras comunidades. Santiago Macías, secretario de la asociación, recuerda que dos de ellas están en Cedeira, con cientos de cadáveres de republicanos asturianos. Según Macías, escapaban en barco cuando fueron apresados por los nacionales y trasladados a un campo de prisioneros de Cedeira. Otras fosas se sitúan en Camposancos (Vigo), en la Illa de San Simón, Cereixido -en la provincia de Lugo-, Soulecín, un pueblo de O Barco de Valdeorras, en Trives, o en O Bolo, estas dos últimas en Ourense.
La diferencia entre Galicia y otras comunidades, que provoca que aquí existan menos fosas comunes, es que los fusilamientos solían hacerse mediante el tristemente conocido paseíllo y de un modo individual, por lo que era más sencillo que la familia encontrase el cadáver y lo enterrase. De hecho, en los certificados de defunción incluso aparecían causas naturales.
Carlos Fernández, autor de un libro en el que se recogen los lugares elegidos para los fusilamientos, constató a 1.800 personas en Galicia, de las que alrededor del 40% serían paseadas. Las cercanías de los cementerios eran las localizaciones más comunes para realizar paseíllos. Boisaca en Santiago, San Amaro en A Coruña, la carretera de Lobios en Ourense, o incluso una curva (en la carretera de Vigo a Ourense, a siete kilómetros de la ciudad olívica), fue el escenario del fin de muchos paseados.
Terminamos la recopilación con la reflexión del presidente de la asociación, Emilio Silva:
A Galicia le vendría muy bien hacer una exhumación. Sobre todo con la relación especial que tienen los gallegos con la muerte. A mucha gente este tema le produce angustia y es casi dañino, por lo que evidentemente sería positivo.
La reacción es terapéutica, porque ayuda a quitarles el miedo. Esa realidad que todo el mundo conoce deja por fin de ser algo tabú.
Fuente:
La Voz de Galicia
Contacto:
Aociación para la Recuperación de la Memoria Histórica